Cómo el pitch de negocios se posiciona por encima de la idea
En la actualidad, se presentan numerosas oportunidades para emprender e innovar a través de concursos y programas tanto públicos como privados. Sin importar el programa o el enfoque (estudiantil, emprendedor tradicional, innovador o una combinación de ellos), el objetivo es siempre el mismo: 1) encontrar un equipo capaz de 2) desarrollar una idea y 3) resolver una problemática específica. Es una receta sencilla, con tan solo tres elementos, pero que deben estar en perfecta armonía, ya que por sí solos no llegan muy lejos, al menos en el contexto de los concursos.
En estos programas, el equipo no puede avanzar sin tener una idea, pero la idea por sí sola no es «útil» si no resuelve una problemática o no cuenta con un equipo capaz de desarrollarla. Y, en última instancia, si la problemática no se resuelve en algún grado, el proyecto carece de un impacto real y, en consecuencia, no tiene valor.
Una vez que se han reunido estos elementos, es momento de convertir el proyecto en algo tangible. Para ello, existen dos elementos fundamentales que se deben presentar ante el jurado o comité evaluador (siempre presente en los concursos). El primero corresponde a un prototipo o versión inicial de un producto, el cual sirve para probar y validar funcionalidades. Puede tratarse de una maqueta, un dibujo, una aplicación o incluso un producto físico. La idea es mostrar algo a los usuarios afectados por la problemática y permitir que ellos den su opinión.
Por otro lado, el segundo elemento crucial es el pitch de negocios. Se trata de una presentación concisa y persuasiva diseñada para captar la atención de la audiencia y vender una idea, producto o servicio en un corto periodo de tiempo. En el mundo empresarial actual, la capacidad de presentar ideas de manera efectiva es fundamental para alcanzar el éxito. En mi opinión, el pitch representa más del 90% del camino hacia la victoria en las primeras etapas de un concurso.
Un pitch efectivo puede abrir puertas, asegurar financiamiento, obtener clientes y colaboradores estratégicos, y, en última instancia, llevar al crecimiento y éxito de un negocio. Es un reflejo del equipo, su visión, su propósito y el camino que han recorrido para crear una idea.
En los negocios, todo se trata de personas, emociones, sentimientos y también de argumentos sólidos. Por eso, el pitch y su presentador deben inspirar confianza y seguridad para ganarse al público. Entender a quién se dirigen, lo que hacen y qué quieren escuchar son los fundamentos para crear un discurso que pueda ser comprendido por cualquier persona, independientemente de su nivel de conocimiento sobre la problemática, la idea o el equipo.
Un buen pitch es una mezcla de la idea, el presentador, las habilidades para hablar en público, y finalmente, la narrativa y la forma de contar las cosas. Un pitch ideal no deja espacio para preguntas simples o comunes, busca evitarlas y en su lugar busca aclaraciones. Un buen pitch es reconocido tanto por el jurado como por el público, llevando la conversación a un lugar seguro bajo el dominio del presentador. Un buen pitch hace que la audiencia «crea» en el proyecto, independientemente de si tiene avances tangibles o no. Y es importante destacar que no hablo de charlatanería o de vender cualquier cosa, ya que en este tipo de concursos es evidente quién tiene algo de valor y quién no.
Podemos contar con el mejor prototipo con todas las funcionalidades, pero si no somos capaces de comunicar, mostrar y hacer entender lo que tenemos, estamos en la misma situación que si no tuviéramos nada.
Por eso, en los concursos iniciales para emprendedores novatos, donde se debe demostrar la capacidad de resolver una problemática, presentar al equipo y comunicarlo al público, el pitch representa más del 90% del camino hacia la victoria en un concurso.
